AZUL
Enguany fa 130 anys que Rubén Dario va
publicar “Azul”, una de les seves obres més perfectes i un dels clàssics més
bells de la literatura espanyola. Aquest petit fragment serveix d’homenatge.
V. PAISAJE
Hay allá, en las orillas de
la laguna de La Quinta, un sauce melancólico que moja de continuo su cabellera
verde en el agua que refleja el cielo y los ramajes, como si tuviese en su
fondo un país encantado.
Al viejo sauce llegan aparejados
los pájaros y los amantes. Allí es donde escuché una tarde -cuando del sol
apenas quedaba en el cielo un tinte violeta que se esfumaba por ondas, y sobre
el gran Andes nevado un decreciente color
de rosa que era como una tímida caricia de la luz enamorada –un rumor de
besos cerca del tronco agobiado y un aleteo de la cumbre.
Estaban los dos, la amada y
el amado, en un banco rústico, bajo el toldo del sauce. Al frente, se extendía
la laguna tranquila, con su puente enarcado y los árboles temblorosos de la
ribera; y más allá se alzaba entre el verdor de las hojas, la fachada del
palacio de la Exposición, con sus cóndores de bronce en actitud de volar.
La dama era hermosa; él era
un gentil muchacho, que le acariciaba con los dedos y los labios los cabellos
negros y las manos gráciles de ninfa. Y sobre las dos almas ardientes y sobre
los dos cuerpos juntos, cuchicheaban en lengua rítmica y alada las dos aves.
Y arriba el cielo con su
inmensidad y con su fiesta de nubes, plumas de oro, alas de fuego, vellones de
púrpura, fondos azules, flordelisados de ópalo, derramaba la magnificencia de
su pompa, la soberbia de su grandeza augusta.
Bajo las aguas se agitaban,
como en un remolino de sangre viva, los peces veloces de aletas doradas.
Al resplandor crepuscular, todo el paisaje se veía como envuelto en una
polvareda de sol tamizado, y eran el alma del cuadro aquellos dos amantes, él
moreno, gallardo, vigoroso, con una barba fina y sedosa, de esa que gustan de
tocar las mujeres; ella rubia – ¡un verso de Goethe!– vestida con un traje
gris, lustroso, y en el pecho una rosa fresca, como su boca roja que pedía el
beso.
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