EL JARDÍ DELS CIRERERS
Em ve de gust
compartir un petit fragment de l’obra teatral “El jardín de los cerezos” d’Antón
Chéjov. Es tracta d’una conversa que mantenen els protagonistes a les cambres
que donen directament al jardí dels cirerers.
Les seves paraules són una crida
per recordar èpoques viscudes en aquell mateix espai i en altres temps, una
mena de reflexió sobre els canvis que experimenta la vida en tants pocs anys.
I, de pas, és també l’evidencia que tot és efímer davant dels nostres ulls o de
les nostres ànimes perquè el jardí que sempre els ha acollit, ara és ven.
Varia: Ania está durmiendo. (Abre despacio la ventana)
El sol ha salido ya y no hace ningún frío. ¡Mire, mamaíta, qué árboles más
maravillosos! ¡Dios mío!... ¡Qué aire más limpio!... Están cantando los mirlos.
Gaev: (Abriendo otra ventana) El jardín está
completamente blanco... ¿No se te había olvidado Liuba?...¿Recuerdas esa larga
alameda, tirante como una correa y recta, recta, que brilla en las noches de
luna?... ¿No se te había olvidado?
Liubov Andreevna: (Contemplando el jardín desde la ventana) ¡Oh, mi
infancia! ¡Mi pureza!...¡Desde este cuarto de los niños, donde dormía, solía
mirar el jardín!... ¡Cuando la dicha y yo nos despertábamos juntas cada mañana,
estaba igual que ahora!... ¡No ha cambiado nada!... (Riendo de alegría) ¡Todo,
todo blanco!... ¡Oh mi jardín!... ¡Después de un otoño gris e inclemente..., de
un frío invierno..., ser otra vez joven y estar llena de felicidad!... ¡Los
ángeles celestiales no te han abandonado!... ¡Si pudiera alzar de mi pecho y de
mis hombros una pesada piedra!... ¡Si pudiera olvidar mi pasado!
Gaev: Pues bien, sí... Por extraño que resulte, el
jardín se venderá para pagar las deudas.
Chéjov és un autor a recordar si es coneix i
a descobrir en cas que no se’l conegués. Quantes grans tardes he passat llegint
el “Tio Vania”, “La gaviota” o “las tres hermanas”.
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