ZORA I CALVINO EN EL RECORD
Remenant fotos a
casa, he topat amb les del festival cultural d’Altamura que vaig tenir el plaer
d’inaugurar l’any passat. Vaig fer la conferència inaugural tot parlant de la literatura
i el vi com a element incitador –col·laborador millor dit- de la creació. El
festival tenia com a protagonista a l’escriptor italià Italo Calvino i vaig
citar diversos fragments de les seves obres. Em vaig centrar en un llibre
meravellós anomenat “Les ciutats invisibles”. Ara, rellegint-lo, vull compartir
aquest fragment de la ciutat de Zora. La imatge del post és el complement al
text, la pròpia ciutat.
ZORA
Más allá de seis ríos y tres cadenas de montañas
surge Zora, ciudad que quien la ha visto una vez no puede olvidarla más. Pero
no porque deje, como otras ciudades memorables, una imagen fuera de lo común en
los recuerdos. Zora tiene la propiedad de permanecer en la memoria punto por
punto, en la sucesión de sus calles, y de las casas a lo largo de las calles, y
de las puertas y de las ventanas en las casas, aunque sin mostrar en ellas
hermosuras o rarezas particulares. Su secreto es la forma en que la vista se
desliza por figuras que se suceden como en una partitura musical donde no se
puede cambiar o desplazar ninguna nota.
El hombre que sabe de memoria cómo es Zora, en la
noche, cuando no puede dormir imagina que camina por sus calles y recuerda el
orden en que se suceden el reloj de cobre, el toldo a rayas del peluquero, la
fuente de los nueve surtidores, la torre de vidrio del astrónomo, el puesto del
vendedor de sandías, el café de la esquina, el atajo que va al puerto. Esta ciudad
que no se borra de la mente es como una armazón o una retícula en cuyas casillas
cada uno puede disponer las cosas que quiere recordar: nombres de varones ilustres,
virtudes, números, clasificaciones vegetales y minerales, fechas de batallas, constelaciones,
partes del discurso.
Entre cada noción y cada punto del itinerario podrá
establecer un nexo de afinidad o de contraste que sirva de llamada instantánea a
la memoria. De modo que los hombres más sabios del mundo son aquellos que conocen
Zora de memoria. Pero inútilmente he partido de viaje para visitar la ciudad:
obligada a permanecer inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor, Zora
languideció, se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado.
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