100 AÑOS
Hagámoslo bello, démosle al momento su toque necesario, su
espacio a las palabras, su fragilidad necesaria a los gestos, su nitidez a las
miradas, sus pausas a los besos, su harmonía a los abrazos.
Confinémonos a la brevedad de lo espontaneo que se convierte
en certero, abrámonos al segundo y abandonémonos al siguiente momento sin
previsiones ni acuerdos previos. Sigamos volando con la imaginación que se
acerca y se derrite en la propia realidad.
Sigamos igual, cómo hasta ahora. Y que esa tregua negada al
cambio se mantenga hasta que el cambio llegue y nos mantenga intactos ante
nuevos estados. Casi todo es posible aunque sepamos que posiblemente no durará
cien años. Sólo 99.
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