AROMAS PERDIDOS
Una visió catastrofista del món:
Se han quedado las rosas sin su aroma. Ya no huele todo el
pan a recién hecho. Los tomates ya no lo son y ya no hay cerezas en temporada.
Ahora las hay todo el año. Los aromas se pierden, sus fragancias, el tacto de
las cosas, lo visual, lo que nos parecía bello por su falta y ahora nos es
cotidiano por su abundancia, aburrido y vulgar.
Y no miramos al cielo, ni buscamos formas en las nubes, ni
contamos ovejas en los sueños. Nada nos atormenta ni cuando llueve o cuando arrecia
el temporal. Las gotas son solo gotas, la tierra un espacio que pisamos pero no
vivimos. Y la vida, un espacio que vivimos sin pisarlo ni gozarlo. Los años no nos
envejecen, nos devoran sin pasión ni dulzura. Las décadas ya no son prodigiosas
y el tren no dibuja su chachachá.
Perdimos el olfato y la visión. No crecemos con el mundo ni
sabemos andar a su paso. Nos hemos convertido en vagabundos mentales que
cierran los ojos al día llamado vida para reinventar una nueva vida en la
jornada que llegará. Botes sin remos ni timón, navegantes sin brújula,
marineros de agua dulce en este mar salado lleno de olas y vaivenes que nos
golpean. Ya no huelen las rosas, ya no quedan flores.
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