ARRAN D'UNA CONVERSA
Compartir una conversa amb gent
sàvia sempre és agradable i especialment quan aprens coses de qui et parla.
Aquest diumenge vaig passar mitja tarda a Reus amb un molt bon amic i entre els
molts temes de debat i diàleg que van anar sorgint, la literatura va tenir un pes específic.
El cas és que els dos compartim
una certa passió envers l’obra del libanès Gibran Khalil Gibran. I aquí ve el
post d’avui atès que jo he parlat altres vegades de Gibran i dels dos llibres
que més m’agraden d’ell: El Loco y El Vagabundo.
Curiosament en pocs anys de
diferencia he regalat les dues obres a dues persones diferents. Pels títols i
les persones, han estat bons regals i adequats al moment. Avui comparteixo els
dos textos de Gibran que ahir em va llegir el meu amic.
CUANDO NACIÓ MI TRISTEZA
Cuando nació mi Tristeza, le prodigué mil cuidados, y
la vigilé con amorosa ternura. Y mi Tristeza creció como todos los seres
vivientes, fuerte y hermosa y llena de maravillosas gracias. Y mi tristeza y yo
nos amábamos, y amábamos al mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de
corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza.
Y cuando hablábamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches
estaban engalanadas de sueños; porque mi Tristeza era elocuente, y mi lengua
también era elocuente con la Tristeza.
Y cuando mi Tristeza y yo cantábamos juntos, nuestros
vecinos se sentaban a la ventana a escucharnos; pues nuestros cantos eran profundos
como el mar, y nuestras melodías estaban impregnadas de extraños recuerdos. Y
cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo, la gente nos miraba con amables
ojos, y cuchicheaba con extremada dulzura. Y también había quien nos envidiara,
pues mi Tristeza era un ser noble, y yo me sentía orgulloso de mi
Tristeza.
Pero murió mi Tristeza, como todo ser viviente, y me
quedé solo, con mis reflexiones. Y ahora, cuando hablo, mis palabras suenan
pesadas en mis oídos. Y cuando canto, mis vecinos ya no escuchan mis canciones.
Y cuando camino solo por la calle, ya nadie me mira. Sólo en sueños oigo voces
que dicen compadecidas: "Mirad: allí yace el hombre al que se le murió su
Tristeza".
Y CUANDO NACIÓ MI ALEGRÍA...
Y cuando nació mi Alegría, la alcé en brazos y subí
con ella a la azotea de mi casa, a gritar:
- ¡Venid, vecinos! ¡Venid a ver! Porque hoy ha nacido
mi Alegría: venid a contemplar este ser placentero que ríe bajo el sol. Pero
qué grande mi sorpresa porque ningún vecino mío acudió a contemplar mi Alegría.
Y todos los días, durante siete lunas, proclamé el advenimiento de mi Alegría
desde la azotea de mi casa, pero nadie quiso escucharme. Y mi Alegría y yo
estábamos solos, sin nadie que fuera a visitarnos. Luego, mi Alegría palideció
y enfermó de hastío, pues sólo yo gozaba de su hermosura, y sólo mis labios
besaban sus labios.
Luego, mi Alegría murió, de soledad y aislamiento. Y
ahora sólo recuerdo a mi muerta Alegría al recordar a mi muerta Tristeza. Pero
el recuerdo es una hoja de otoño que susurra un instante en el viento, y luego
no vuelve a oírse más.
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